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grandes carreras . Parecía que odiába1uos la ln.z, al modo que la odian los mochuelos y los lobos . La 1·egla de la comunidad roja imponia durattte estas carreras el más riguroso silencio. Pero, auu cuando lo obsel'Váramos bastante bien, los perros notaban pronto nuestra preset1cia, y cou. sus ladridos denllll– ciaban nuestros sigilosos pasos por aquellos solitarios y tene– brosos lugares. Nieve helada cubría los senderos que tenía– mos que recorrer, e..'Cponiéndom.e yo a causa de mis melas de cuero a frecuentes volter etas, a veces en los lugares más peligrosos . Mis resbalones y traspiés se celebraban con jo– Clllldas risatadas por mis acompañantes. Y yo 1111fa las mías a las de ellos; porque eso era lo verdaderamente franciscano. Refrse de sí pi-opio tiene más gl·acia y más mérito que reírse de los demás. El tránsito ¡,or jarales espesos y tupidos era por mí particularmente peligroso: Sin anteojos nada veía, ~– con ellos puestos, mal podría defenderlos del ramaje que azotaba mi rostro. Corríamos siempre a la desesperada, como almas que lleva el diablo. Por lo ct1al estuve tentado de mo– tejar a los soldados y a sus jefes de gallinas y cobardes. Prefería verlos de cara al enemigo, como en la batalla qut" dieron contra el regimiento del coronel Tsao, en la cual pe– learon como leones y rechazaron a fuerzas munérica1uente superiores. E11tonces daba gusto vivir entre aquellos valien– tes. Pero ahora . . . ¡ ahora me a,,ergonzaba de ser t·ojo ! De– bido a las contínuas y molestas andan.zas nocturnas mi cal· zado se hallaba en lamentable estado, lo cual no podía menos de preocuparme seriamente. Era preciso acudir a su remedio. Recogí en el campo algllllas hebras de materias textiles, ~– con ellas, como si fo.eran yute de Calcuta, hice algunas cuer– das con las que sujeté fuertemente las suelas a mis plantas . 79. - Fuga. de los tres mayorazgos cautivos. Era el 25 de Diciembre. ¡ Fecha evocadora! ¡ Naviclad ! ¡ Qué extraños ecos y resonancias tenía par a mí esta pal~ b1·a en los antros de la connmidad roja! Pensaba en las solemni– dades que aquel día se estarían celebrando en todo el mundo católico, y más particularmente en las casas de nuestra Orden - 97 - 7

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