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de aqnel clia corrimos desesperados por escarpados eerr:,s ~– profunclos barrancos, hasta que m\1y avanzada ya la nochi> t>ntramos en Pei-ku-men. donde yo tenía alg\mOs conocidos. Uno de estos. aunque pagano, me clió secretamente dos tor– tit~s de pan de maíz. Fué mi única cena en aquella noche. 'l'odavía sel,'1LÍmos andando durante una buena parte de ella. 77- Cabecita loca, N'o hay agrupación humana donde no figill'en algunos ti– pos más o menos excéntricos; diablillos, payasos, atol!:mdra– dos o bobos ele Coria. Nuestra com.unidacl tenía también su diablillo. Se llamaba Sing-Tien. y era mancebo de unos 20 añ'.>s, de elegantes modales, fácil palabra, imaginación bri– llante, árbitro de los litigjos . Tocado de la manía eolcccio– nista, no descansaba ha~ta apropiarse cuanto de bueno, agra– dable o curioso se presentaba a su vista. Yo le conocí el 7 ele diciembre, y durante un mes le tuve continuamente enci– ma para ejercicio ele mi paciencia. El diablillo se ponía a veces fastidioso )' cargante. De un modo particular le Ua– mabau la at<>neión mi um·iz, porl}ue era algo más saliente qut' la suya. i\fe agarraba y til'aba de ella como pa1·a desencajcír– mela de su luga l', y a mi$ protestas y reconvenciones respon– día asegmándome que no consentiría que yo me quedase ~ir· dicho apéndice nasal, ¡mesto qne el apropiar.se mi nariz me había ele dar en retorno la suya propill; más pequeña y chata qne la mía. En verdad qne con poco se contentaba el hombre. Porque mi nariz no tiene nada de particular. Y si los etnó– logos me hubieran de clasificar fijándose únicamente en este detalle, a bnen seguro ninguno de ellos me incluiría en la fa– milia o raza a que pertenezco. Se enamoraba de todos los objetos ·" prendas de uü uso, de mi cuaderno ele ap1tntes. de mis calcetines, de los botoncitos ele mi chaqueta, y 1nuy espe– cialmente de mi cuellecito ele presbítero r oma11O. ¡ Tan vani– dosillo era ac¡nel chorlito! Aprovecha.ha mis momentos de dis– trneei6n y los paseos nocturnos por los bosques para da1·me buenos tirones de aquella prenda con peligl'O de destrozár – mela y a11n de hacerme dai'ío . Nuestro locabis, por otra parte. no deja de tener algunas cualidades qtie me le hacían simpá- -94 -
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