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añadían otras nuev,is completament~ nrbitrnrias y unilatera– les, pidiendo cuanto se le antojaba )' sin ninguna garantía. Cine yo no l1allaba modo alguno razonable de entenderme con estos diablns, y que si él tampoco lo hallaba, sería lo mejor dejar a un h1do todas estas negociaciones y orar fer– vorosamente a Dios, esperando única _,, exclusivamente ele su Providencia el milagro de mi libertad. Nuestros embajadores regresaron a su pw1to ele partida y se presentarou en nuestra misión con las caras mustias y alargadas qu? es ele suponer. Era el día 23 de Dicembre. Dieron cuenta de su gestión ante los misioneros reunidos eu King-yang jm1tamente con el 1\f. R. P. Prefecto Gregorio de Aldaba, que había acudido a este punto c?n el fin de ac– tivar el negocio. Conocedores del paño rojo insistieron en la dificultad o más bién e11 la imposibilidad de la empresa. y repitieron casi textualmente las manifestaciones de los emba– jadores de la segunda expedición (número ,H y 52). Todos quedaron per~nadidos de que era inútil volver a la carga ini– eiando nuevas gestiones por el estilo de las ya fracasadas. Hubo soldado.~ que concibieron la idea de apresar al padre de Liu-tze-ta. auditor de guerra en el ejército rojo: pero la idea no prosperó por ser contrario a eUa el comandante mi– litar de Ping-liang. Los soldados del coronel Tsao habían si– d'l rechazados por los rojos sufriendo numerosas bajas; la guarnición de King-yau.g era escasa y no estaba para lanzas– se a peligrosas aventuras; y además era muy difícil batir Pu l'egla a los irregulares, porque al aproximarse los regu– lares se hacían humo dispersándose vestidos de paisanos. Por diferentes conductos se recibieron todavía cu King-yang va– rias cartas ele los c?mtrnistas, pidiendo en una que rec.nerdo muy bien .J.20 dólares. y haciendo en las demás algunas varia– ciones sobre el mismo tema. lntimameute ensayaron los Pa– dres ponerse al habla con agentes ele sociedades más o me– nos secretas adictas a la comunidad roja; pero los eusayos fueron poco afortunaclos. Tal era el nudo de mi tragi-comedia cuando v ino el inesperado y providencial desenlace. Poco después de despedir a mis amables visitantes levantamos el campo y echamos a andar. Parece que por el lado occidental .~e temía un ataque <lel general 'fai-se-lin'1:. 'l'oiln IA tarde -93 -

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