BCCCAP00000000000000000000217

'c1e Nueva Pompeya en esta ciudad de Buenos .Aires. y ya llevaba más de tm año trabajando con eclifieante abnegación en la cura de almas, pide encarecidamente Stl traslado a la ;\'Iisión de la China, que la Sagrada Congregación de Propa· ganda Fíele acababa de confiar a los Religiosos Capuchino$ de la Provincia de Navarra y Cantabria, de donde el solici– tante es originario. Y allí marchó iluminado por el Santo ideal de trabajar en aquella Misión de China, donde tantos horrores de han1bre, enfermedades y miserias, acrecentados por el vandalismo de las hordas rojas, están pasando las })obres cristiandades y sus heroicos Misioneros¡ entre cuyas víctimas pueden contarse también otros dos Padres Capuchi– nos, muertos eJJ plena labor misionera; uno de los cuales, muy conocido y popular en el barrio bonaerense de Nueva Pompe– ya por su amor a los pobres y a los obreros, era el P. Simón de Bilbao, cuya vasta ilustración y cultura cientüica, a pesar de su tenaz e invencible retraimiento, pudo admirarse en ocasiones, a que imperiosan1ente el celo por el bien ele las alma¡¡ le llevaba. Son. pnes, dos Misioneros Capuchinos, que actuando en esta ciudad ele Buenos Aires, partieron para la difícil l\!isión de China en el Kans\1 ¡ y ahora el sobreviviente, cuyo duro cautiverio ent.re los rojos ha corrido en alas de la fama has– ta por las agencias cablegráficas, constreñido por la santa obediencia, norte y guía del Religioso, y supremo criterio del legítimo evangelizador del reino de Crfato, se ve obligado - feliz imposición que nos ha dado tau interesante relato- a contarnos algunos de los más terribles trances ele su vida misionera . Algunos, solamente: porque aun podría el P. Fer– nando haber extendido su nari:aci6n a describirnos la -peli– grosa expedie.ión llevada a cabo por visitar a un antiguo gru– po de cristianos entre las asperezas de abrupta sierrn no pi– sada desde hace muchos años por ningún l\Iisionero. Y hecha la presentaci6n, dejemos al andante caballero de la vida misional referirnos las terribles jornada" de su duro cautiverio. -8-