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cuatro opulentos mayorazgos de un castillo de Pa.ognaxien occidental, rebaños de o,•ejas y de cabras, una buena remesa de vestidos. . . en suma. 1111 riquísimo botín. Se 1nostraban algo cohibidos en sus expansiones por la presencia de un extranjero; por lo que, apenas lo noté, me retiré, cor tésmente. En adelante ya no hablé mAs con mi general. Sólo le veía. ele cuando en cuando a cierta distancia. ¡Pobre Waug-tai-txi !... .Al día siguiente cambiamos ele l ugar, pasando más al septen– trión. Y cata aquí por donde aparece de nuevo el insigne Barrabás, a cuyas inmediatas órdenes somos puesto todos los piaotze ! Tocla mi esperanza era que el complemento de mi rescate llegara a manos de los comunistas mientras estába– mos bajo la autoridad del seling. Con éste era posible una so. lución razonable. Mas ahora que volvíamos a caer en manos ele! pérfido Ban-abás... "lasciat e ogni speranza.". 73. - Jugando al cross-country. Eu este día. 17 ele Diciembre, no.s dirigimos, precedidos de nuestros grancl~s rebaños de ovejas y de cabras, al vall e occidental de Poatze-tsuang donde existe una vieja ;: aban– donada fortaJe7,a. E11 los pequeños descansos de la jornada me sentaba al borde del catUino y me dedicaba afanosamente a la tarea de persegnir a da1· tormento entre mis J>ulgares a la turba de parásitos que pululaba por mis vestidos. Los que se acercaban a hablarme no tenían en los labios más que esta sola pregunta: "t Cuáclo llega tu rescate !". ¡ Estos chinos ele– ben de ser ele la t1·ibu de Isa.car! Era creencia arraigadísima entre ellos que nosotros, los misioneros católicos, disponíamos de enormes canclidades de dinero . '.Pasaban unos mi rescate en 5. 000 pesos; y otros lo hacían subir h a.sta la suma de dos– cientos mil pesos. ¡ Calcúlcse lo dispuestos que estarían a dejarme escapar por mios míseros 500 pesos! ¡ Eso no era más que para hacer boca! Cier to que a veces parecían l1ablar en bl'oma; pero 110 es raro manifestar en broma verdades e in– tenciones que se callan en serio. Sólo algunas horas. perma· necimos en Paotze-tsuang; ha$ta la media noche aproxima– damente. Desde entonces hasta el día 21 no hicimos más que correr alocada y desesperadamente por mo1ites, valles, - 87 -

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