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;nu.,· bien recibidos y alegremente repartidos entre los ladro– nes ele toda categoría . Pero los prisioneros. . . continuaron en prisión . .A.ute tamaño fracaso, aute tan cruel y penoso desengaño lloraron de desesperación, y el anciano Jlresiden– te del con$ejo C$<:olar se afectó tanto qne ,va e11 adelant~ no tuvo día bueno. Declaró la huelga ele ham.brc y se dejó morir en las tristes circunstancias que nuís abajo el.iré. A lo.s reden– tores se les leyó una uueva cartilla ele conclicioues ~- propo– siciones, conminándoles el imclitor de guerra Liu-t,se-ta que si 110 cumplían íntégramente y a la letra, los prisioneros no recobraría u fa libertad. El enérgico discurso del auditor fu& acogido con grandes aplausos de los rojos . .Aquello era 9ara nú altamente aleccionaclo1·. Era como para J>0ner en remojo mis barbas viendo cómo se pelaban las del vecino. Seg11rí– simo esta ba yo de que lllis compaúet·os no tardarían en com– pletar lo convenido para mi rescate; de lo que no estaba tan seguro era el¡, qne los bandidos fueran fieles a su palabra. Al fin ¿ c¡ué significan para un bandido el honor, la lealtad y la vergüenza! .l\'o paró iH¡uí mi aflicción. Hasta mis compa– ñer!>s de esclavitud se pronuncial'on contra mí. La desespe– ración suscitó en sus pechos el l'encor y la euvidia. y así gri– tabaJ1: "¿Pol' qué a uosotros n~s exigí.; miles ele pesos por cabeza, a nosotros que nos alilllentamos ele panizo. de alfor– fón: a nosotros que vivimos en niiserables cuevas; ~· a tre,, C'Xtranjeros c¡ne comen pan ele trigo, calzan medias y montan mulas y viven en casas ele material uo pedís en conjunt? m~s cine 500 dólares en especie?" . Ya se ve qné abo¡raclos tan buenos tenía yo eu ¡1quellos colegas protestantes. De todos desamparado, atorme11taclo ele parásitos imphi– cables, a cuyo exterminio me dediqué inetódicamente, pagan. clo asi el poquito calol' qne me prestaba la com,ivencia de mis cautiYM, mi e$peranza sólo pesaba eu Dios. 72. - Mi postrera conversación con el seling. La celebré el clía. 13. Discutimo.~ en ella animadamente sobre los mismos asuntos ele los días auterioi·es, cuando de súbito irrnmpeu en la cueva los oficiales de la expedición roja que vimos partir hacia el Xorte. Traían cauti,·os a -86-

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