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68. - En el cuartel general. Pasad°" algunos días. advertí en Lao-tsuang cierta mayor seriedad, orden y regnlarid,td; puntnalidad en el servicio de r,111cho, dis<:reción en las palabras, decencia en la~ a~cioues, y pnra con los c11utivos atcllciones y consideraiones a qoe no estábamos habituados. Xos permiten traer leña cM bosque para alimentar de contínuo el fuego. Deseo averiKuRr ,¡uién t's el jefe que sustituye al p;ran Barrabiis. ~· pront'l llego a saber que vivimos a las órdenes inmecliat11s del ínclito, del imponderable, del invicto \\',rng-tai-txi, hijo predilt•cto del Dragón Rojo. No éramos nosotros digno~ ele contemplar su faz precill.,a dl' ~8 abriles .\cudían a In cueva ~- se s,•ntaban junto a nosotros en torno a la fogata algunos militares c•ons– p icuos perlem•cientes al est11clo ma~•or rojo. Lo i1111•11,- > del frío y lo escaso de mi l'OJI!\ me iovitab11n a pasa1· Jo míts del día y de la noche al amo1· y compafüa dt•l fra.tre foco. E>sta circustancia me )lermitió conocer y tratar a Jo,,. consc•jt•ros del seling, especialmente a Lao-txiao y a Sin~-wu: el prinwl'O ha– bía sido cautivo antes ele convertirse 1tl c1m1miswo, y el se– g-nudo se ufou11ba ele St'l' fnmoso y conocido en toda Ju ('h ina. Sing--wu cnliaba los botiot>s del difunto P. Simón ch- Bilbao, procedentes <le la hermosa ciudad que baiia el )Iapocho (San· t iago de Chile) . Escribía t'll europeo con hermosa ca lig1·afía. y conocía. bie11 cl catecismo católico. Para él todas las rt'li– g-iones son i11vcnci0t1es humanas y todos lo~ culto:, igualmente supersticio,os. Si uo:s atrncmos a su testimonio, es n11tnral de íulinfu o de 'l\ls c<>rcauías. )Iuy aficionado a las len~nas r con envidiables disposiciones para aprenderlas, quería que ro le enseña1·a todas las que supiera . Esto hombre excelente, intachable en su trato, mr sirvió ele intc-rmecliario parA po– nc-rme al habla con el seling. 69. - Se 8Jluncia. mi muerte. Por conducto, al parecer autorizado, lleg6 a oídos del P. Bartolomé unn noticia r¡ne le interesó \'ivamente. Xada me– nos <¡ne la noticia c¡ue el comjpañero cautivo había siclo dego– ll11ch por los ladrones. ]fasta se señalaba el lugar donde - 83 -

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