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otrOl> e<•na ni siqtúera colación . Ninguno de los cautivos azo– tados pudo pegar los ojos en toda la noche. La pasaron dan– do gritos angui;tiosos sin hallar reposo para sus huesos dolo– ridos. Falto yo de tollo abrigo me defendía a la desesperada conlrn el euemigo .frío. Rorus antes de amanecer penetró en la cueva el arrogante Kao-kang, a quien conoce ya el lector (nº 41). A mi salndo de bienvenida correspondió con una inclinación de cabeza. 67. - Llegada. del Generalísimo. El día de la Inmaculada fué el de la reecpci6n de Wang– t.ai -txi por lo:, suyos en medio de grandes aelamaciones, sal– ,•as. hurras, y aplausos. :N"evaba <:opiosamente. El Genera– lísimo. en su excursión hacia el Sur, había batido por com– pleto \111 e,jército regtilar, apoder ándose de· abundante mate– rial dr ¡merra. Le consideraban invencible, glorioso, felice triunfador. No llevaba en lai; sienes los clásicos ramos de laur(•lcs. Pero en defecto de (,stos adornaba su cuello con unos cordones cuyas borlas pendían ante el pecho. Y no eran otra CQSR que los cíngulos que habían robado en nues– tra sacrist ía rle Sanx(•Jip1í. Wang-tai t.xi estaba aquel día en In plenitud de su esplendor. Cuando se hizo la concen– tración general de las tropas r('conocí entre los comunistas a varios que el nño pasado mílitnrou como soldados regulares en la brigada de Xe-Lin-tsaol!'. El ejército rojo crecía como una espuma. El número de soldado~ bien <'guipados con excelente armamento pasaría seguramente ele 1. 000, sin .contar el ejército auxiliar más o menos disimulado de adhe– rentes y simpatizantes, C'loperantes, t>spías, etc. En la asam– blea general que se reunió en esta ocasión tomár onse im– portantes acuerdos. En cumplimiento de ellos parte del ~jército se pone inmediatamente en marcha hncia el Norte. y al mismo tiempo se destacan variaa partidas por !ns sie– rras de oriente . El Dragón Rojo les presta sus alas. A nosotros los piaotzes nos imponen nuevos ~uperior<>s, ce– sando en sus cargos el teniente, el capuchino y aún el mi,;mo centurión. Sentí de vi-ras la separaci6n del capuchino . ¡ Se - 81-

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