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61. - Ter virgis ca.esus sum. Viendo Barrabás que no conseguía reducirme por ham– b1·e, sino que a pesai· de ella me mantenía animoso, optimis– ta y comunicativo con mis compañeros, le par~ció co11ve– niente pasar adelante en la lista de suplicio, aplicámlome el número 2, cuyos resultados son de ordinario más eficaces. Era el día 4 ele diciembre por la mañana. Sin previo saludo i,i explicación me ataron rná_s fuertemente que de costumbre las muñecas ademá,~ de los brazos, y me arrastraron al bos– que. Les pregunto qué es lo que pretenden hacer conmigo, y ... nada, no me responden nada. Es que lian encomendado J11 respuesta a la cayada. Llegamos a la arboleda. l\Le sueltan inopin>1clamente brazos y muñecas. ¡Bah! ¡Sin duda se trata de hacer alguna comedia más o meno~ inocente! pensaba yo. Pero ya, ya ... ¡ Para comedias estaba el tiempo l l\íe eles-· J)ojaron de mi chaqueta., elástica et cétera. (un et cétera. ab– soluto), recordándome la desnudez ele Cristo en la Cruz. De nuevo me sujetan brazos y muñecas con recias sogas, y por medio de estas me cuelgan ele una acacia y empiezan a azo· tarme cruelísimamente. Los golpes ele los verdugos p1'ocluce11 sus efectos físicos, pero no los morales que ellos pretendían. No sé qué fuerza hallo en mí que me hace impasible. Tanto <¡ne los verdugos se dicen \mos a otros:: ~ De qué casta es este hombre? No se queja, no grita, no llora como los chinos. Zurrémosle bien, hasta qi1e le lleguen a lo vivo nuestros azo. tes". Creo conven iente complacerles ¡,nseguida; y en couse– cuencia lanzo gritos desgarradores, y lloro con un lloriqueo eutrecortado afectado, e inex:presivo, que ellos toman por· expresión del más vivo y agudo dolor. Los sayones redo– blan los golpes hasta magullarme los huesos y ponerme las carnes rojas y sangrientas. Por fin suspenden la tarea y me descuelgan del árbol. .. Debido siu eluda a mi estado fisio– lógico de aquellos momentos. dos arroyos de lágr imas brota– ban de mis ojos; los cenos veciuos se corrían como en una película de cine; la tierra se movía debajo ele mfa pies. E~ decfr, que estaba mareado. ¡.i.\Ie habían dejado grogg-r! J\Ie 11pre.sm· o a reclamar mis vestidos; pero replican que no los necesito pal'a nada, puesto que inmediatamente me van a - ill-
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