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55. - A pagar tocan. Descendiente en linea recta de Barrabás debía de ser nuestro centurión Liu-ynen~~an, ladrón, salteador·de caminos, ratero. embustero, pérfido, cruel y salvaje asesino. A las órdenes de este hombre siniestro iban deslizándose nuestros días en la ladronera de Ping-ting-tsuang, sin que nos diéra– mos cuenta de lo que pasaba en el resto de la humanidad. Pi·egu11to a uno de los cautivos cuándo piensa que será. abo– nado su rescate; y me uianifiesta que él y sus compañeros son semejantes a bestias robadas que no pueden ser recupe– radas por sus dueños. A otro que padece de malignos ántrax le prometo las medicinas adecuadas en cuanto retornemos a nuestras casas en libertad; y ID!? replica: ¿Piensas que salclre– mos con vida de las manos de estos ba11didos f". Era "el sem– piterno adiós a la esperanza". ¡ Desdichado el que no la pone en Dios! Estábamos a 26 de noviembre. Comienzan a molestar y atormentar a los prisioneros con verdadero ensañamiento. Un día los privan de todo alimento, y al otro los someten a crueles flagelaciones, advirtiéndoles que así serán n·atados hasta que se obtenga el precio total de su rescate. Conmigo se mostraban todavía bastante benignos; sin duda en atención a lo que llevaban ya cobrado a mi cuenta. De manera pareci– da transcurrieron l9s restantes días del mes. ¡ Cuántas veces no ví a mis cal·os colegas lloraudo de hambre! Lo que a mí atormentaba era el intolerable frío de la noche; y hubiera perecido sin duda a no haberme defendido, con mis ejercicios gimnásticos. Ya en los primeros días de Diciemb1·e se me acercaron exigiendo imperiosamente el kuangtze, es decir, el dinero del rescate. Les dije que yo no lo tenía. Porfiaron que se lo pidiera a los demás misioneros. A ello me opuse rotundamente y firmemente . No habían cumplido su palabra y yo no qnería tratos con liombres s in honor, pél'fidos y des– leales. Les eché en cara la infamia que cometieron conmigo en Lintxiamiao. Eu las cumbres de Sintxiaho nos prometie· ron a los tres misioneros cautivos (n• 22) que apenas entregá. 1·amos determinadas mercaderías por valor a·e 500 dólares que– dábamos ipso facto en libertad. Y ahora vieneu exigiendo cosas por valor de miles de dólares. ";En qué quedamos!", -71-

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