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tramos en Ping-t'ing-tsuang me formé la conciencia de qm· allí iba a establecerme como en uu monasterio con su regla y con su abad. Y me propuse obedecer a éste ciegamente, prontamente, alegremente en todo aquello que no fuera con– trario a la ley de Dios. De Jo bien que cumplí mi propósito pueden dar testimonio el teniente Sing Tsao y demás miem– bros de la Comunidad. Quería yo interpretar los deseos de m.is superiores para cumplirlos al instante. Pocos religiosos habrán practicado la santa ooediencia con tanta perfección y exactitud como yo durante mi vida comunista. En dicha virtud yo podía pasar por un santo. El mismo teniente Siug Tsao, adm.irado de la mudanza que en IDÍ observaba, me de· cía: "Ya no eres el mismo de antes; iracundo, desobediente, soberbio; al contrario, te muestras sosegado, complaciente, snmiso, dócil. No hay faltas graves ni leyes que castigar en tí". Sing Tsao parece haber tratado mucho con misioneros extanjeros, a varios de los cuales conoce personalmente y no es del todo profano en sus enseñ¡mzas. Era el que mejor me comprendía. Adivinando mi voluntad me mandaba traer agua, y yo la traía; me mandaba trabajar en el molino, y allá iba más a gusto que los colegiales al recreo . 49. - Trabajando en el molino. En Kan$u, al menos en la parte que yo conozco, hay po– cos molinos de agua y niuguno de viento; la mayor parte son movidos a mano o a tracción animal. Apenas hay fami– lia por modesta que sea que no tenga su animal molinero; so– lamente las muy pobres tienen que valerse de sus manos. Du– rante nuestra permanencia en Piugt-t'ing-tsuang los cautivos cambiábamos de domicilio cada dos días, cuando no cada día; y casi siem¡n:e de noche. En los lugares donde nos alojába– mos no siempre había animal disponible para la molienda, y entonces éramos los piaotze los encargados de mover la pe– sada n1eda, elaborando la harina que consumía la comunidad. Onticipándome a las indicaciones de los superiores me ofre– cía repetidamente a esta labor, conceptuada por vil entre gen– tes hidalgas aun cuando se vean en el cautiverio. "Dejadme a mí esta provechosa labor, les decía; porque yo soy hijo de - 66-

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