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¡ Cómo se repite la historia! Aquellos sayones tomaban en su boca ca.si las lnismas palabras con que insultaban los judíos a Cristo crucificado . .Alguna vez llegaron a ordenarme, apun– tándome con sus fusiles, que no creyese en Dios. Yo les con– test.;; con tanta serenidad como firmeza: Wo in Tien Tsu, creo en Dios. Y me sentía dispuesto a seguir las huellas de mi compatriota Berriotx.oa. l\Ie ord(man que no predique más la doctrina cristiana por errónea y ridícula. Yo les contesto que es santa y divina, y que la predicaré en todas partes. Diálo– gos de este género y de tono tan poco apacible se repetían con freeuencia. 47. - Simón Pedro en el a.trio de Ca.ifás. Durante estas largas noches de invierno mi situación lle– gó a ser más de una. vez muy parecida a la de San Pedro cuan_ do en la noche del jueves al viernes santo se sentó al fuego con los criados de Caifás y estaba calentándose. "Encendido fuego en medio del atrio, y sentándose todos a la 1·edouda, estaba también Pedro entre ellos" (Lucas, XXII-55). ¡ Qué <le impertinencias, bufonadas }' chocarrerías hubo de escucbar de labios ele aquella gentuza! ¡ Cuántas escenas repL1gnantes y el\'sagradables hubo ele presenciar! Hasta d6nde puede lle– gar el libertinaje de gentes que ni temen a Dios ni respetan a st1s semejantes! Este fué exactamente mi caso. 6 Qué se po– día e;;perar de aquella comp11.ñía de lackones y asesinos, escar– necedores de la moral .I' encenagados en los 11efandos vicios (fue son de suponer eu hombres de 15 a 25 años, como eran ellos en su mayor parte! Durante aquellas uoches fué testigo de abominacione.s de las qtte el Espíritu Santo no quiere oír 11i el nombre. ¡ Cuánto menos querrá que se describan minu– eiosamente ! Bástele saber al casto lector que todos los de– niá..~ presos, aun siendo paganos, se mostraban tan horroriza– dos como yo de lo que oían y veían. 48. - Acarreando a.gua. Era natural que los trabajos más penosos y las cargas más pe.~adas de la compañía corrieran por cuenta de los sier– vos y esclavos. Nosotos traíamos los maderos de los bosques, la maleza para los kong, y agua de los arroyos. Desde que en- - 65-

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