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,ae años". - "t Y el alma humana qmen la ha visto?" - "La vemos indirectamente en sus operaciones. Fijáos en la gran diferencia que hay entre los animales que matásteis ayer para comer sus carnes, y el inteligente, decidido y elo– cuente seling qne os gt1ia.. iA qué se debe esa diferencia Y A la que existe entre el alma racional del hombre y la irracio– nal de las bestias". Pero los rojos no parecían dispuestos a dejarse convencer por mis at·gnmentos. Para ellos nada era creíb'e si no estaba al alcance de sus sentidos y de su cale– tre . ",Veis vosotros, continúo yo, que la tierra da vuelta;i en derredor del sol, y que muchas de aquellas estrellas de -aniba son m,1yores que este mundo sublunar r''. - Es que tampoco eso cree1Hos. - }lo lo creeréis vosotros; pero lo creen. mejor dicho, lo saben a ciencia cierta todas las perso– nas i11stn1ídas; y si no queréis creerme a mí por sel' extran– jero y misionero, apelo al testimonio de Tu·t.xia-tsuaug, que no e¡ uiere ser cristiano, y al del profesor Sing Tsao, y al ele todos estos alumnos del liceo de Huo-sui; todos los cua– les saben perfectamente que la tierra es mucho más peque– ña que el sol y que no eesa ele dar vueltas en derredor de E>.\lte. Los profesores y alumnos por mí aludidos asintieron a mis palabras, proporcionándome en este caso particular 1m fácil triunfo. Durante nuestra cautividad tuvimos mu– chas conferencias o colaciones de esta nati1raleza, casi siem– pre a las altas horas de la noche y agrupados en torno de la amable fogata. 46. - Los sin Dios. Las blasfemias más horren<las contra Dios se repiten en· tre los rojos como entre los católicos las jaculatorias indul– genciftdas. A mis clemostraciones de la existencia de Dios y a mjs exhortaciones a amarle como a Padre y temerle como a ,Juez réplicaban: "¡ Guerra a Dios l ¡ vamos a fosilarle ! Noso– iros estamos por encima de El, como lo demuestra el hecho de que este misionero extranjero que dice ser ministro y repre– ·sentante suyo no puede nada contra nosotros, y nosotros con– tra él cuanto nos venga en gana . Ved cómo está atado sin poder valerse ni menearse . ¡Por qué no le ayuda su Dios! ~¡Por qné no viene a soltarle! &Por qué no le dá. de comer t". - 64-
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