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do lo sobrenatural no era más que un mito. Oídas mis ex– plicaciones acerca de la existencia ele Dios, algunos rojos me preguntaron: ''¿Y dónde bailas tü a tu Diost". - "Le hallo, contesté, en todas las cosas". Y enumeré largamente-· las que se ofrecían Dlás a la vista. "¿Quién ha visto a DiosY" insisten de nuevo. - "Le vieron, digo yo, en tma forma o en otra muchos hombres del Antiguo Testamento; y a Je– sucristo, que es Dios encarnado le vieron miles de personas . 1-we11t1·as vivió en la tierra ~- conversó con los bombr.:s·· . "1. Cómo sabes tú que Jesucristo fné visto por miles de per– sonas?". - ·'Lo mismo que sabemos la vida de los empera· dores y grandes persona jes que hubo en China hace ya miles- - 63-

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