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de la noche. Ya no habfa necesidad de gimnasia sueca para mantenerse en calor. Sing-Tsao me constituyó en guardián del fuego sacro que yo cuidaba de atizar tanto de día como• ele noche. 45. - Catequizando a los herma.nos ladrones. Cada día se me iba11 haciendo más simpáticos los cole– gas con quienes alternaba a diario, y traté ele ganarlos pa– ra Dios. Mientras permanecíamos sentados al amo1· de la lumbre tenía oportunidad para anunciarles la buena nueva. Et esc1uema de mis sermones catequísticos fué : Que había un Dios creador del cielo y de la tierra, de los ,íngeles y de los hombres; que los hombres somos compuestos de un alma inmortal y de un cuerpo mortal que alg(m clfa re..suci– tará volviendo a juntarse para siempre con su alma; que todos somos hermanos, como descendientes de nuestros pri– meros padres Adán y Eva. El pecado del paraíso . La pro– mesa de la redención. La encarnación c1el Hijo de Dio/i. El cielo y el infiemo ... 'l.'ales fne1·on los principales puntos de cloctrina que me rodeaban. Alguuos de mis oyentes se con– Yencieron bien pronto ele la verdad, bondad y belleza de mis f.'nseñanzas, y las aceptaron con amor . Nt veterano Tu-txia– tsuang. presidente del con.~ejo escolar ele Huo·sui, de quien antei·ionnente se ha hech!) menei6n, se ruant\wo pertinaz en sus errores y falsa~ tradiciones nacionales. Pero en almas llatmalmente buenas y sencillas prendía y se arraigaba co– mo en ten-eno abonado la semilla evangélica. A las charlas acudían muchos rojos, unos por cm·iosidad y ot.ros poi· espí– ritu de cont~aclicción, a la 1uanera ele los fariseos y sadu– ceos del Evaugelio. Ya se sabe que los rojos no creen en Dios ni en la inmortalidad del alma humana . Es lo primero que hacen saber a las gentes que se ponen en contacto con ellos, sin duela como justificativo o paliativo de su conduc– ta. La religión católica, lo mismo que las demás religiones, es para los comunista$ ,ma aberración, un desvarío mental . Negada la moral religiosa, es natural negar la verdad reli– giosa. Bueu C\1iclaclo tenía Wang-tai-itxi de predicar a los suyos y a todos los campesinos cultivadores ele tierras que no se preoeuparan de Dios ni ele la otra vida, puest:i que to- - 62-

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