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El 19 de uoviembl'e madrugamos mucho, señal evidente de qi1e se proyectaba un paseo umy largo. Apenas habíamos an. dado dos kilómetros cuando oigo que por el lado derecbo del camino me llaman por mi nombre. 1\li asombro uo tuvo limi– tes. ¡Quién me conoce! iQuién me llama1 &Quién me bus– oa, Los c¡ne me buscaban y llamaban eran los redeutores que por segnnda vez enviaba el P. Bartolomé. Con ellos sostu· ve el diálogo siguiente : ¿ De dónde ve111s 1 - D,) Sanxelipú. - ¡ Traéis todo el precio del rescate 1 - Solaniente la mitad. - ¿Dónde lo tenéis ! - Ya lo hemos entregado al estado ma- yor del ejército rojo. - ¡ Qué os ha dicho el estado mayor Y - Que lo que hemos ttaído es poco; que ttaigamos la otra mi– tad; y además nos han formulado una lista larga de nuevas peticiones por-valor de miles de pesos qu.izá. - ¿De modo que DO hay esperanza de libertad i - Por el momento ninguna. - , Cómo están en Sanxelipú Y - 'fodo~ bien. - Dios sea bendito" . Coutra estos azares y reveses de la vida me escu– dé de nuevo con la perfecta alegría franciscana y con el se· gundo g1·ado de humildad del Santo de Loyola, y dije a mi,~ redentores: "Venid conmigo a donde se halla el estado mayor, y sepamos lo que dispone ele mí en este caso". 'l'odos los co– munistas se concentraron en la campa de Lingtxiamiao. Me atiende Kao-kaug, coronel de caballería y speaker de la fra. ternidad, el cual entre otras muchas cosas elijo en sustancia Jo siguiente: Estamo.s muy necesitados de dinero, ele fusiles, de municiones, de medicinas y de otras cosas inclispensables. Y es de todo puuto necesario que tí1 te muevas a nuestra ayu– da. Por el momento uo queremos tu sangre, sii10 los pro·vechos que podemos obtener por tu medio. Tú tienes el apoyo del gobierno chino, como se vi6 cuando anteriormente foé ineen– diada Sanxelipú. Lo que nosotros te quitamos a tí, el gobiel'– no chino te lo devi1elve por evitar conflictos internacionales. El dinero que nosotros queremos de tí, 110 es precisamente tu– yo sino el del gobieruo chino, que e.s más nuestro que suyo. El cobra injustamente de los naturales del país enormes im· puestos y contribuciones. Ese dinero no es de él; es nuestro. Nosotros por ahora DO tenemos fuerza suficiente para obligar al gobierno a entregarnos lo que nos pertenece. Pero te te– nemos a ti en nuestro poder. Y si él no accede a pagarnos -5-!-

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