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hambre atrñsada de cuatro días. r anu hago ¡,rovisión para el día siguiente llenáodome los bolsi!los. Y es lo curio– so que hasta entonces nunca había podido tragarlas ni coci– das! ¡ Qué excelente guisandero es el buen apetito! 39.- Difamando mi apostolado. En Tseng-tsuaug-ho demoramos dos días, circunstancia que aprovecharon nuestros amos para hacer i;us correrías por las írunediaciones. También fray Ciruelo echó por esos trigos, es– tando yo durante su ausencia a las órdenes del auimalazo Sin Liu, el hombre más brusco que he conocido en mi vida, y el más molesto ? repugnante a ojos y oídos casto.s por su des– Yergüenza en palabras ~- acciones. En este pai-aje era yo bas. tante conocido de sus naturales, pues me habían visto varias veces camino de Etttxillt-xuang. Por eso los ladrones se clü-i– gieron a ellos en b\isca de informes acerca ele mi per~ona. Y se los procin·aron bastante amplios e iliteresautes. Decía la vox pópuli: "Que yo llevaba siempre monedas de oro en los b'.llsillos, comía pan ele trigo, y teufa \111 borrico; que algnna vez n\e vieron viajar con dos lll\llas de muy bue- na aparic11cia; que en mRyo ele aquel mismo año ha– b.ía iidqnirido en el retirado valle de Yujomiao uu on sus catecúmenos campo muy extenso por valor de $ 500, etc.. etc.''. Aunque los connmis– tas querían ante todo dinero. quedan t.ambién justificar an– - 51- te aquella sencilla gente montañesa su conducta para conmigo . En medio ele un pi'.1blico unmeroso alzó su voz Sing Hui ¡)a– ra l1acer las siguientes manifestaciones: "Aquí le tenemos a este extt·anje– ro bastante menos pode– roso de lo que os imagi– náis. Cierto que con él
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