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bajaron ele kts alturas. Y con ellos, y con los espías que lle– garon de varias partes t uvo su 1·etrnió11 y cousult.1 el estado mayor rojo. Nada supimos ele Lo tratado en esta junta de ra· badanes, pues se mautuvierou a respetuosa di:.taucia de nos– ot.t·os . Pasaron todavfa algunas horas de indecisión, hasta que \V,iog-1 ai-txi, nuestro ge11enil, prorrumpió en imp1·ecacio11es contra 'l'ai-se-lin; i.rnpr ecaciones que corearon 1:011 entusiasmo todos los circ:ullStautes. Era que el general 'fai·se-l in se ha– bía retirado a Yuantzentze . De eousignieute imela había que 1emer de rl. Ello no obstante se ordena levantai· el ca,mpo. ~ A dónde vamos t JJregun1 o a fray Cirue!o. - No lo s~, nu• contesta secamente. Y a la verdad, parece qne no le ernn r,1111iliares aquellos parajes, Al pasttr jnuto a m 1 d,1chnelo 1 <' expongo que me e.stoy muriendo de sed, y <¡ne deseo ltu11ede– cer 111 boca con un sorbito de agu11. ¡ Que si quieres.! El pse11- do-c11puchino se liizo sordo a mi ruego; pero un chiquitín que contaría cot110 unos 12 años, ape11as se clió cuenta de mi necesidad, act1dió a remediarla tra~'t)nclome nu vasito de ag1111. La accióu del ch inito no fué menos meritoria qne la de a4ne– Jlos que traje1·on a David agua de la cisterna de Be!éu. Sólo que yo, en vez de imitar a Davi<l derramándola aute el Señor, In. bebí codiciosa y deliciosamente. 'rodo el cuarto día se empleó en ascender y descender cel'ros. Hubiera sido un dí11 malísimo para misioneros r·eiíiclos cin el alpinismo. Afortuna– damente yo le he profesado siempre mucho cariño y aficí6u particula1· ¡ y atm viviendo eu Santiago de Chile escalaba ca– da ocho días el cerro de San Cristóbal. En un descanso que hicimos pasó revista a los soldados y a los prisioueros el ge– neral Wang-tai-thx_i. - "¿Qué tal estamos, yang-ren (ex– tranjero) r', me dice. - "Ya lo ves, le contesto, mal, muy mal . Cuatro días hace ya qne no como 1acla . Y me veo obli· gaclo a hacer todas estas caroiliatas a pie por cmpiliadas cues– tas, por escabi·osas sendas y por lodosa¡¡ riberas. Así no pue– do continuar. Y las fuerzas me abandonan. y p1·onto sncum– biré sin remedí.o". - "Esvera todavía uu poco, repuso; creo que mañana podrás. regresar a tu misión. Y prosiguió: Tns dos compañeros, eu cumplimiento de lo prometido, han efec– tuado algún envío; pero se han encontrado con los soldados enemjgos a quienes nosotros hemos derrot11do, y éstos le,s han -47 -
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