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y con('n !ambiéa lo,-, ch•ni;ís éaut.iv< 1s y 1111 tropel de comu– ni~tas. Los disparon, antes raros, se van haciendo cada vez más frectwntes. Quiero detenerme un rato mirando al po· J1ientc:; pero aUá está fray Ciruelo para impedírmelo. Si– guen silbaudo las balas, algmrn~ de las cuales se hunden en la tierra a pocos pasos de uosotros. "¡, Quienes son esos que tiran a matarnos? dímelo, amigo". - "Cállate y no hagas más preguntas; y cone m,ís ap1·isa". Y al decir esto fray C'it-uelo me asentaba sus l'ObÚ.~tas n11mos sobre las ca el eras, empujánclome violentamente. :Muchos se tumban por el suelo hurt;111do el cuerpo a los <la1·dos que vienen contra nosotros. "Ya no puedo más", digo al fin con resolución y dejan:do cac.>r el ka.ng que llevo e11cima, dispuesto a. encM·arme con mi guardián y aún a desobeclecel'le si n'l se mostraba razonable. 1ifientras mantengo el diálogo en un tono afectadamente eno– jado, me doy cuenta de lo qoe pasa en el camrn ele operaciones. Se ve o se adivina q\le por el lado ele Sanxelipú se acerca una partida de gente arm11cla haciendo contra nosotros fuego in– termit('11te. 1i'fe pr<>gunto pa1·a mis adentros: "¿ qué me traerá e.~te día ? la libci-tad o la muerte?". Y me parecía estar igual. mente clis1>uesto a lo 11110 como a lo otro. Los backs rojos eles· plegaba11 un valor a toda prueba. Eutre hurras y grit?s ele ent.usiasmo se lanzaron resueltamente a la ofensiva sin repa– rar en obstáculo alguno; ni siquiera en la .frialdad de las aguas ele! río Tung-ho que era preciso vadear . ¡ Bravos mu– chachos! ¡ Fué esta una de las dos ocasiones e11 que casi sentí cierto orgullito de pe1·tenecer al bando rojo! t A quién no da gusto vivir entre valientes! Nuevos refuerzos se sumaron a los soldados regulares, y se generalizó la lucha. En medio de una lluvia de balas ganamos las altmas de la sierra. Desde allí quise contemplar a los combat.ientes para formar alguna idea de lo que es una batalla. Pero mi gnai-dián se mantuvo inexorable; y sometiéndome a la razón del más fuerte. me colocó a la cabeza. de la columna. Siguió el tiroteo toda la mañaua y parte de h1 tarde. Del resultado no pude darme cue1üa exacta. Con alguna razón, cuando menos aparente. los rojos se adjudicaron la ,•ictoria. aunque sin mostrar por ella mucho entusiasmo. Por una y otra parte hubo muertos y lle– rido.s. Los rojos se situaron sobre las alturas de los m?ntes -44-
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