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difictiltades 1rnr,i entenclerse y realizar debidameTite su ges– tión". Entonces ya consintieron también c1ue volviese el P. ilartolomé. Y acto continuo me pareció altamente satisfac– torio, ya que ai.í quedaban a salvo dos mi.~ioueros que po– drían atender a nuestras ti·es casas del manclarinato de King– yang, devolver la trauc11úlidad a las socias de la Santa lu– fancia y llevar la dirección de los trabaj.os y trabajadores. Pot· lo que a mí tocaba tenfa muy pocas esperanzas de con– seguir la libertad, atm estando segurísimo de que los <los ex– cautivos llenarían pl·o11ta y escrupulosamente todos los requi– sitos a que estaba condicionada. Los sucesos postÚ·iores de– mostrat·on que mis recelos eran bien fundado.;. Lo que a los bandidos importaba era hacerse cuanto antes con tlinero; mucho o poco, pero pronto. Una vez cobradu lo convenido quedaba siempre ancho margen para ulteriores exigencias . ...ipeuas puestos eu. libertad mis dos compañeros entablaron una amable y cariñosa conversación cou sus mismo.;; atormen· tadotes. Preguntado fray Isidro pol" su edad les dijo m•uy serio que no contaba más que 28 años. Lo cu.al les cayó muy en gracia; por parecerles que se dejaba alguuo~ foc.>rn de la cuenta. "¡ Cómo ha sido explotado!"', exclamaban. Babían de él que era constructor de obras y que había levautado nuestros edificios en .King-yaug, y está. levantando actual– mente una capilla en la barranca de Siutchiajo, e1,trc cuyos operarios se le habían colado algunos espías rojos. Estc,.s se encargaron de hacer ante su~ jefes la defensa del lícrmano obrero. Los jefes le tributaron no pocos elogios, asegurán– dole que sin temor alguno podía establecerse definitivamente en China e invitándole a sumarse a las filas cltJ ejército rojo, donde sería tratado con las consideraciones debidas a su con. dicióu de trabajador activo e inteligente, Fray Isidro agra· deció los elogios con unos cuantos jao, jao, jao. .En cuanto a hacerse comunista... ¡Hum! eso era ta. setsing, un negoeio muy serio ... ¡Ya lo pensaría! 23. - Haciendo pública confesión de mis faltas. Al ver c¡ue me iba a quedar solo, solito en poder del ene– migo, recordé lo que en una ca1·ta me escribía tm experimen– tado misionero. "Cuide mucho, me decfo, su importante :salud, - 33 -

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