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]legando al puesto de policía de este lugar t<l día 13 bien en· trada la mañana, cuando todo estaba ya en poder del rjército rojo . Los más sorprendidos por el ataque .fueron los mismos policías, quienes lograron sin el)lbargo ponerse a salvo siu daño de mayor cuantía, r aún sin perder sus armamentos. Cuando los presos pasamos frente aJ cuartel, occleaba ya so– bre sus puertas la bandera roja. El coronel Tzu, comandante de la policía, se salvó por milagro, luchauclo a brazo partido con dos rojos que trataron de sujetarle. Si hubiera <·aíclo en manos ele estos. irremisiblemente hubiera rodad'> Ru cabeza por et suelo, como rodaron en mi misma presencia las ele otros semejantes su~·os en el oficio. 17. - Cambio de domicilio. 'l'iene la palabra el P . Bartolomé: "A las 2 de l~ mañana salimos de la cueva primitiva todos los prisionero~, ,!compa– ñados de los bandidos, sin cl'ncla para llevamo~ a lugar más seguro. l\Iarcha penosa y triste. Creúuos que él'amo~ condu– cidos a la muerte. El silencio era imponente. l\'adie hablaba. por orden superior". Solameiite hablamos nostros algo para comentar los hechos que en ac1uel momento se desni·ollabau a nuestra vista. Nos parecía Yer sobre sus caballc• fas seres fantásticos y procesiones ele brujos. Yimos también lrn,tantes runjei-es montadas sobre mulas y a,~110s, J" pensamos: ; Ri esta– rán bien organizados estos rojos. que traen consigo ltasta sus familias! Entre los aniu1ales qn.e en su.s lomos pl)1t11b1:n aque– llo" siniestros bultos reconocimos a tres de nuestra<; mula~. ¡ Trist.e sino el de estas bestias cuidadas con tanta :;olicitud! ;Pero la cuarta? ¿Qué se había hecho de mi nervios:, Ceni– cienta? ¡,Se habrá escapado! No, no se había escapado; allí la traía su nuevo amo sin atreverse a montarla. •ran arisca y chúcara se había p11esto mi Cenicienta por la injm·io que se le hacía sust.rayéndosela a su legít,imo patrón y adjnclicán– closela a un usurpador. 18. - Un capuchino al revés. Mientras caminábamos, y comentábamos llenos tle inquie– tud y de J)esadnmbre la iniquidad que con nosotros se co– metía, ofrecióse a nuest1·os ojos un espectácnlo "riginal y -27 -

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