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taute. El gl)lpe me dejó aturdido y me tendí a diserecióu. Estaba herido; la sangre cubría mi rostro. El que se llevó las gafas pronto advÍl.'tió que no veía nada con ellas y tuvo a bien devolvérmelas. ¡ Meno~ mal! En la persona del P. Bartolomé hicieron parecido despojo. Fray Isidro fué más afortunado. Viendo· este IIermanito de ojillos muy despier– tos el tdste fin de mi boina tolosana se di6 maña para guardar la suya, navarra, en un bolsillo de su traje. Lo malo fué c¡ue el traje, con todo lo que contenía y encubría, qu(·dó pri– sionero del Dragón Rojo . . . 14. - Caballos, armas y dinero. Debido, a la confusión del momento y a la oscr:ridad de la noche nos dispersamos algo los tres misioneros. Entre el vocerío y algarabía de aquella tm-ba ulnlante distingo la voz del P. Bartolomé que me grita angustiosa.mente: "E.5tos quieren caballos". - "Pues uo les diga dónde es~án", fué mi respuesta. Y dirigiéndome a los ladrones, les dije: "No hay caballos. ctn nuestra casa". Y no decía siuo la pura ver– dad. Los animales que teníamos en la cuadra er1,n cuatro mulas ;, una borrica. "lile amenazan de muerte, suplicó el P. Bat-tolomé, si no entregamos nuestros animales: y estos desalmados uo se arredran de cumplÍl.' su amenaza. ¡Pronto! ¡ pronto 1" Temí seriamente por la vida de este entrañable compañero, y metiéndome entre aquellos Barrabases que le rodeaban les invité a que me sigu.ierau y les cono.uje a la caballeriza. Hecha esta diligencia volví iumediatumente al lado de mis compañeros de infortunio. Ya pari. entonces habían saqueado la residencia, rompiendo puertas, ventanas y cristales, destrozando cajones y muebles e iuutil;r.úndolo todo. Biu;cabau dinero, anuas y mttuiciones. De armas no liabía más que una triste escopeta china de pist6u, ele cazar pájaros, ¡ Qué tal sería ella que la vieron y la desestimaron! El dinero no pareció; los criados, a indicación del P. Barto– lomé, lo ocultaron eu lugar seguro, dejando unos pocos dóla– res a la vista. "¡Qué es estof iPor qué me atan?; oigo excla– mar al Padre. Segundos después idénticas palabras sonaban en labios del Hermano. Yo estaba todavía Jjbre, algo sepa- -23 -

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