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aquel campo lfnli no había sido cnlth'ado por ningím opera– rio evangélico. Rogate ergo ... Crncé la "gran mma lla" por el meridiano 108. En 'fa-J•aug-wau el P. Kler, misionero de las dunas o médanos, me recibió exclamando atónito: "Varón desconocido, en qué lengua debemos hablarte?" - "Eu la que quieras'', le contesté . En efecto. ar¡uel políglota bel¡ra do– minaba los idiomas chino, mongol, flamenco. fraucés, alemán. inglés . Escalé los grandes cerros que sirven de diques de con– tención a los arenales de Gobi, ~· desde aquella$ cimas pude contemplar los numerosos oasis del desierto, con sus puntos blancos que son templos catQlicos y semejan huevos de aves– truz colocados en la arena. En Sia-kiao-pau, plaza fuerte mi– sional, entré el mismo día que cumplía sus 84 años l\Ionseñor Otto, antiguo Vicario apostólico de Kansu y decano de los obispos de China. El venerable anciano predica todos los do– mÍllgos, da clase de religión todos los días a las alnnmas del colegio de vírgenes que más tarde han de ser catequistas en las misiones rurales, y colaboran activamente en diversas re– vistas de carácter general que se publican en China. ¡ Dios con. serve aún por muchos años a tan santo y act.ivo prelado! Siao– kiao-pan es un pueblo creado por misioneros y gobernado ci– vil, militar y eclesiásticamente por ellos. Estaba yo conver– sando con Su Exeia. cuando Yienen a clecirle que en tal si tio (y lo designaron con su nombre propio) merodeaba una tro· J)a de malhechores, cuyo número no bajaría de tres mil. "Vi– giladlos ctlidaclosam·ente", ordenó el veterano obispo. Los Padres Belgas de Scl1eut, misioneros de aquel inclemente y árido lugar. l1an constrnído en toclo el Vicariato 15 ciudade– las de defensa, fortificadas convenientemente; 15 Liejas en pequeiio, como si dijéramos. Cuando amenaza peligro, los Padres misionei-os dejan las estaciones abiertas e inrlefensas y se refugian en lns amuralladas. Y a fe que es la única ma– nera de hacer algo estable en estos parajes en que la autori– dad del gobierno central apenas tiene intervención ni influen– cia efectiva. De la misión de los Padres belgas pasé a la de los fran– ciscanos de Yen-ngau-fú (Schensi), la cual confina por el oc– cidente con el Este de mi distrito. siéndome por este motivo muy conveniente ventilai· algunos asuntos misioneros c.on mis -13-
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