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me ele muertt' si sigo tan remolón y perezoso. Tntento res– ponclerle. ¡Vano intento! ¡Para discmsitos estaba el tiempot Barrabás se enfurece ele escuchar mi.s protestas y alegatos; per., comprende al fin que ya no puedo más. Entonces me o.frece como sostén y ayuda el apéndice caudal de su caballo blanco. ¡ Magnifica idea! ¡ Eíicacísima ayuda! 'fan eficar. que puedo seguir al animal todo el tiempo que él trote. Bana– bás me vigila. y como 1>ara espolearme me eucañora de cnau– do en cuando con el fusil c¡ne lleva e11 la mano. Pe1·0 las balas de los regulares menudean, silbando siniestrament¡; so– bre nuestras cabezas. Y Banabás empieza a galopat· furiosa– mente. Esto ya es demasiado; esto excede todo esfuerzo hn– mano. Rendido, ag:,taclo, exhausto de fuerzas, suelto !11 co– la del eabaUo que continúa galopando . "Te mato", me grita Barrabás, apretando al mismo tiempo el gatillo del fosil. Dis– para . ¡Pum! ¡Ay! Aun vivo. Evito gambeteando clie;; t.ra– mente. Banabás no está paJ·a Tepetir el ensayo . Se aleja, se va, se fu~. Los regnla\·es sigu<>n disparando sin cesar. El eles-· concierto es enorme en las filas rojas. Aprovechando un mo– mento ele mayor confusión y barullo me retiro bonitamente a un lado. Los fugitivos no repa1·an en ello. Con-en, vuelan. ganan las alt.nras de Huug-txia-ts'a-ling y se ocult aban tras los picos más altos de la cordillera ele este nombre. Ya ~st~n seguros. Se han salv<1clo una vez más. 'l'ambién esta yez llegan con retrnso sus perseguidores. El movimiento env'll– Yente tau bien llevado por las lomas conve1·gentes ha fraca· saclo. Ya no pi1ede haber copo. ¡ Qué lástima ! De J)l'(mto suena entre los 1·0.jos un disparo de máuser seguido de aye~ y lamentos desganadores. ¿ Qué pasa/ Un joven eautivo ha sido fusilado. El pobre no podía correr más . Buena otro disparo. Y cae sin un ¡ay! otro jwen cautivo de 23 años, p1·ofesor del liceo de Huo-sui. El t iro ha siclo certero. Dos. detonaciones más significan dos nueva,g víctima$ entre mis desclichado.s compañer,os de cautiverio. A este paso pronto darán cueuta ele todos ellos. Y ¡qué me hago yo sol itario en estas altmas, sirviendo de blanco a los tiros de los regu– lares que natural mente me han de tomar por enemig,? De hecho estaba ya fuera ele la juxisclicción de los rojos; t pero, de derecho! ¡ No les había prometido bajo mi pafobra ele mi- -108 -

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