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el pobre sin malicia alguna acepta cualqniel' proposición ,,ue se le hace ofreciéndo1e a la mano algo contante y sonan– te. Acá inter nos y en eonfianza te hacemos saber, sólo para su gobierno, que también nosotros ofrecemos muchas veces nuestros servicios a quien mejor los pague. ¡Vamos! di la verdad y no temas nada; dínosla y enseguida te clejanios mar– char en paz". . . El bar11nillero no cayó en el lazo. Parecía segiu·o de sí mismo y respondió con gran aplomo. Negó ter– minantemente haber ejercidp jamás el espionaje al servicio de ningttno de los bandos. Era tan solo un modesto neg-o-. ciante que se ganaba la vida con su pequeña industria. Nunca había sido soldado, ni agente secreto ni cómplice de ningu.ua organización militar. Y mantúvose erre que erre eu sus nega– tivas sin ceder ni vacilar un ptmto . El misterioso barquillero representó a maravilJa su papel. ¡ Como que en ello le iba la vida! Los rojos obrando esta vez contra todos los usos y cos– tumbres de la comunidad, le pe1·mitierou alejarse de nuestro campo con una facilidad que nos pareció imprudente aún a los mismos pia.otze Wu-sien-xen se l1izo con un buen puñado ele barquillos. de lo~ ciue me toc6 110 eseasa parte. ¡ Estaban buenos! 83. - Mi última. noche bajo el Dragón R.ojo. M:irando estáb;tmos llacia el pnuto del horfao11te por don– de desapareció nuestro inesperado visitante cuando se no.s comunicó la orden de trasladarnos tmos kilómetros más al Norte, a las cavernas de Se·bo-tai, couoeidas ya de no.~otros por haber pasado en ellas día y medio. Este lugar me agra– daba s!lbremanera porque rt>múa dos ,•entajas muy apreei11- bles para los caut.ivos: había allá gran cantidad de leña para 11aeer fuego y se disponía de mucl1as y espaciosas camas de barro con calefacción, de modo que e1·a fácil que nos alcan– zara aún a los presos tamaño beneficio. ¡ Ojalá sea este el lugar de mi descanso dm·ante tod>o este mes!. decía yo pal·a 1.1Jis adentros. A medida que adelantaba el mes de enero el frío aneciaba más y más, y el estado de mi ropa podía ser más lamentable. No te1úa otro pío que llegar al término de aquel fierísimo mes. En Uegando febrerillo el loco ... ya se– ría otra cosa. Barrabás y srn, ,;atélites, con quienes yo estaba -102 -
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