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85 ellas, las. sufipien,tes para ·darme cµ.enta .de 'l~ forma de su predicación. Su lenguaje es denso y viril, y el estil~ vehemente, cortado y dramático .cuando pa· sa,de la exposición a la apliqaciól:1 de la c:loc– trina; y tan Vivo, que se . imagina uno que está.viendo, no solamente aL orador, sino tamo bién al pueblo que llenaba l~s .,naves del tem– plo y le ·escuchaba .embelesado. Alguien podría preguntar : ¿ Y cómo pre– dicaba el santo .en esa forma si la sociedad de su tiempo caminaba despacio, y no había · en el mundo ni aparatos de radio ni salones de cin~? La contestación es fácil.: porque no tiene que ver.nada un.a cosa con otra. No me cabe la menor duda de que ese san;; to· Pg.drei ·. alternando .con lo~ cristianos en ,la ca.lle o pÍaticando con sus fmailiares ei;i el hc,– gar doméstico, o departiendo con sus com– pañeros de sacerdocio .· o· de episcopado, erli :tan .fogoso, tan rápido y tan.animado como en el púlpito. ·· Y si hoy· viviera y predicara: ei;i nuestras