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74 muy bien! ¡Vaya sermón! Le digo a usted que me ha gustado, pero ele veras. ¿Ha sido vuestro sermón excelente? Pues oiréis frases como las siguientes : "¡Colosal, Padre, colosal! Sin adulación alguna, créame usted. Desde que yo vivo en este pueblo (y hace más de medio siglo que tengo mi resi– dencia en él) no se ha predicado aquí un ser– món tan maravilloso como este. Palabra'. Esas expresiones o parecidas os acompa– ñarán, como una cantilena, durante toda vues– tra carrera apostólica. Vosotros pondréis la letra y vuestros en– comiadores la música; y siempre armoniosa. ¿Y dónde' está la verdad? Porque de ella debe vivir el hombre, y no del error ni de la ilusión, que no es más que un error agradable al amor propio.. Mi consejo es éste: Procuraos cuanto an– tes un verdadero amigo (sacerdote, como es natural, que es aquí el juez más competente), ·que tome vuestra pieza oratoria y ponga en ella los puntos sobre las íes; de esos hom-

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