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lirio. Y en este año la fiesta va a ser más so– lemne y de más estrépito, y los festejos más espléndidos, porque la cosecha ha sido abun– dante y la afluencia de forasteros promete ser extraordhlaria. Con que ... usted dirá." El orador tiene poco que decir y nada que discurrir. Toma un pliego de papel, saluda en él al invitador, agradece la invitación, la acepta con el mayor gusto, y se pone seguidamente a preparar el sermón. El clérigo es fervoroso, indiferente a los deportes y, por lo tanto, aficionado a los es– tudios; y además, siente un cariño verdade– ramente filial hacia la Madre de Dios. Lo que va a suceder con esas premisas, ya lo puede suponer el lector. La pluma vuela sobre las cuartillas, por– que es el corazón el que dicta y el que escri– be; así es que el amor a la Virgen que late en su alma se convierte, al caer en el papel, en párrafos hermosísimos, dignos de San Alfon– so, San Bernardo o San Lorenzo de Brindis;