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44 festó el predicador de corregirse, que el se– gundo sermón y todos los demás del novena– rio en nada se parecían al primero. Parecía otro el predicador. Ignoro si la enmienda aquella se ha con– solidado; pero de todas formas, aquel día tomó posesión de su inteligencia para sie,m– pre esta verdad, además de cierta, alentado~ ra : Si quiero, puedo. Lo que le importa (y no solamente a él sino a todos los que se encuentran en situa– ción parecida), es invertir esa frase y llevarla a la práctica con toda decisión. Y la· frase invertida es esta : Si puedo, quiero.

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