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CUARTA Predicarlo como se ha Compuesto Una vez compuesto o preparado el ser– món, aprendedlo bien de memoria, y recitadlo en el púlpito tal como lo habéis aprendido. Consejo es este que parece dado a un ni– ño encargado de coronar con un discurso el final de una veláda. Pero en este particular, lo mismo son los hombres que los niños. El sacerdote que predica por primera vez se presenta ordinariamente ante los fieles co– mo un alumno tímido ante un tribunal terri– ble que lo va a examinar, juzgar y sentenciar. Su voz es temblorosa y vacilante, suda de apuro y angustia, porque teme perderse y fener que bajar del púlpito; y, casi sin atre– verse a mirar al pueblo, va recitando aquello que ha aprendido de memoria, y en un tono, que aún recuerda algo el sonsonete del an-

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