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,decirle : amigo, los que somos pobres, si que– remos vivir, tenemos que hacerlo, pidiendo limosna a los ricos. Y, si tienes humor y el caso se presta, pue– des contestarle lo que contest6 un predicador , .del serm6n de Fiestas a un sacerdote que, durante la comida y delante de todos los co– mensales le dijo: Padre predicador, parece que para la composición de ese sermón se ha inspirado usted en el señor Jara. A lo que respondió el aludido, sabiendo -cierto que su interlocutor era un ladrón tan honrado como él : Señor cura, los sermones de primera se publican para los oradores de ter– .cera, como usted y como usted y como yo. Hay, no obstante, algunos que abominan ,de esta mendicidad permanente del clérigo y dicen: jNo está bien eso! Aunque no se sien- , ta muy hábil para escribir, trabaje, hinque .bien los codos en la mesa, y algo le saldrá, que siendo suyo, será más eficaz, por ser la