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'dfas, y esto sucede así : van componiendo su sermón con mucho empeño e interés, y, al llegar al último tercio de él, poco más o me– nos, se paran, dan una mirada al camino que · les falta por recorrer y exclaman: "¡Bueno! iEstá bien! Lo que me falta, no necesito es– cribirlo, porque lo domino. Esta idea, luego esta comparación y al final este efemplo... y estoy al cabo de la calle. Y después del último párrafo, escriben es– ta frase : Et caetera. Y ¿ qué sucede? que al predicar, la parte escrita del sermón sale muy bien, pero el Et caetera, mal. Se nota en el discurso un descenso repen– tino, como si el predicador fuera diferente. Parece el sermón un vestido compuesto de dos telas de calidad diversa: una de seda y la otra de percal. Pero me dirás : Es que yo tengo gran facilidad de palabra, y puedo improvisar.