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TERCERA Componer todQ el sermón Cuando compongas algún sermón, si tienes tiempo, escríbelo todo desde la primera pala– bra hasta la última. Con esta práctica, rigurosamente observa– da, insensiblemente y sin darte cuenta, te en~ contrarás, al cabo de pocos años, con un nú– mero considerable de piezas oratorias, con las cuales podrás desenvolverte y salir de todos los compromisos con la mayor facilidad. Es premio muy bien ganado y merecido por el trabajo anterior. Sermones viejos y audi 7 iores nuevos. Eso es lo grande. No improvises jamás. El improvisar sin necesidad es un desacier– to y hasta un pecado; y el tener que improvi– sar es una desgracia. El P. Lacordaire fué invitado a hablar
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