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te saldrán al encuentro 9ara que las proyectes como haces de luz sobre las muchedumbres ,sedientas de verdad, diciéndote cada una de .ellas, en el lenguaje de las cosas, aquellas pa– labras que dijo el Profeta a Nuestro Señor: "Ecce ego, mitte me". Acerca de la Literatura y concretamentt de las novelas, una sola cosa voy a decirte y es, que si no lees ninguna, ni aun de las lla• madas buenas, mejor. El sacerdote santo, el misionero fervoroso no se entretiene en leer novelas ni aun de las buenas; lo primero, porque siempre tratan de cosas profanas, que en vez de llevar a Dios, apartan de El, robándole al lector el gusto de las cosas espirituales; y lo segundo, porque les parece cargo de conciencia el perder un tiempo precioso que ellos necesitan para con– quistar las almas, poniéndose a escuchar todo lo que quieran decirse dos enamorados. Además, que en esos grandes apologistas