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q.e la Religión que esos grandes hombres no lo hayan dicho? En Filosofía, sin olvidar a Santo Tomás, maestro de. los maestros también en esa cien– cia, no dejes de leer, si tienes ocasión, a nues– tro compatriota .P. Ceferino, ilustre discípulo del angélico doctor, y sobre todo a nuestro ya citado incomparable Balmes, pensador pro– fondo, y al mismo tiempo luminoso y transpa– rente, como el rayo de luz o el agua de la fuente cristalina. En la Apología popular son notables Mgr. de Segur y el P. Franco, de la Compa– ñía de Jesús; y, destacándose sobre todos, ese. sacerdote devotísimo, preciso en su len– guaje y cervantesco en su estilo, Sardá y Sal– vany, que es, en mi concepto, el primer apo– logista popular de los tiempos modernos. En Ascética y Mística brillan, con luz de faros perennes, esas dos figuras ulb·aterrenas, qlle parece que no han tocado el mundo con sus pies, San Juan de fa Cruz y Santa Tere– sa de Jesús. Son los reyes indestronables de esa cien-
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