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gía, etc. si a dichas ciencias casi nunca te las has de encontrar en el camino de las almas? Generalidades sí, pero no estudios inten– sos, que no los necesitas. Otras profundidades te aguardan donde puedes y debes sumergirte. Bueno es saberlo todo, y algún día lo sabremos; pero, en esta vida, hay que resol– verse a cultivar la docta ignorancia que acon– sejaba Menéndez Pelayo, y, aunque sea con pena, dar sólo una mirada a las ciencias pro– fanas que están en el vestíbulo, y entrar re– sueltamente en el templo de la ciencia de Dios. · El mismo está allí en ese libro por antono– masia que se llama la Santa Biblia. Adéntrate en él como en un piélago de belleza inacabables. Allí encontrarás casi todo lo que necesitas ; hechos, ideas, sentimientos, imágenes, metáforas, comparaciones, escenas de toda especie, figuras retóricas las más va– riadas, al servicio de la más alta doctrina; especialmente en el Pentateuco, en los Libros