BCCCAP00000000000000000000215
1>1 El predicador fervoroso y lleno de amor divino desde que sale de su casa empieza su .apostolado, con lo que hace y con lo que deja de hacer, con lo que dice y con lo que deja de decir. Es modesto, recatado en sus palabras y en sus modales, pacientísimo en el confeso– nario y fuera de él, parco en la comida, cari– tativo con todos, humilde, defensor de la ·au– toridad, e indiferente a todo lo que hoy en– tusiasma a la sociedad, como deportes y otras diversiones parecidas. Un hombre así es un apostolado viviente; es al mismo tiempo sermón y predicador. Esas cualidades se hacen enseguida visi– bles al pueblo, que, además, tiene para eso un instinto espiritual maravilloso. Por medio de aquel misionero se siente en comunicación con Dios; y, al oírle hablar, le parece, que oye al mismo Jesucristo. ¿Cómo no ha de conmover? ¿cómo no h¡:t de conver– tir? Dios le entrega las almas como un premio a su virtud y él se las devuelve como una conquista.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz