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ARDORES DEL SERAFIN Por los valles de la Umbría que esmaltan flores de grana, como corre el cervatillo al raudal de puras aguas, corre el mendigo Francisco vertiendo arroyos de lágrimas. «¡Ay! que el amor no es amado, con blandos gemidos clama.;. ¡ay! que el amor no es amado y se condenan las almas... » Las florecicas al verle airosas sus frentes alzan; el pastorcico en la vega oye tan tiernas tonadas; el pajarito en la fronda con dulces querellas canta. «¿Por qué gimes, Pobrecillo y lloras perlas de nácar?» «¡Ay! que el amor no es amado, grita Francisco a las auras; ¡ay! que el amor no es amado y se condenan las almas... » Pamplona, Septiembre 1918.

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