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LOS SUEi~OS DE BACON En letárgico sueño dormra el mago del genio... ¡soñaba, soñaba qué bellos ensueños! Silencioso, ensimismado, embebido en elevados pensamientos, casi loco con la célica locura que enloquece a los ingenios, sepultado en las tinieblas de la noche, en la torre solitaria del convento, contemplando está Roger Bacón los mundos que voltean en el ancho firmamento (I). Mas al cabo ya rendido, abatiendo su audaz vuelo, como el vate que cansado abandona lira y plectro, (1) Es fama que Bacón pasaba las noches en la to– rre del convento, haciendo sus observaciones· astronó– micas.

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