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con su brillo más lustroso que el diamante con sus tintes más vistosos que la rosa. Ya no ondean sus cabellos más brillantes que los rayos de la aurora, ni su frente arrobadora por doquier despide vívidos destellos como el sol cuando los tristes valles dora. ¡Pobre, pobre madre! ¿es ese por ventura que ahoras ves tan mal parado aquel niño idolatrado que deshecha de alborozo y de ternura diste a luz en un portal destartalado? ¿Ese aquel a quien los ángeles cantaron en ta noche de Belén tiernos loores? ¿Ese aquel a quien humildes adoraron unos rústicos pastores? ¿Ese aquel a quien mecías en tu pecho y brizábaste con férvidos abrazos cuando alegre sesteaba entre tus brazos como en suave y blando lecho? Dime, madre, ¿es ese aquel niño inocente que contigo traginaba y a h1.1rtadillás le besabas en la frente, te besabas en sus límpidas mejillas? ¿Ese aquel a quien limpiabas amorosa su semblante y su cabeza sudorosa al volver de predicar de las vecinas aldehuelas, fatigado con el rostro enrojecido y soleado, con las plantas traspasadas por espinas? 65