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64 la gentil naturaleza de tus penas fiel testigo. El Calvario que te acoge y te dá abrigo, de los cielos los lucientes luminares los peñascos y la fronda del palmar y hasta los profundos mares lloran, viéndote llorar. Llora, llora sin cesar madre adorada y no des tregua a tus lloros un instante que no vive ya tu prenda idolatrada que no vive ya tu amante. ¡Pobre madre! reclinado en tu regazo yace tu hijo ya cadáver frío y yerto... tú le estrechas con materno y dulce abrazo, mas no siente tus caricias.'.. ¡Está muerto! .. Ya no brotan de sus labios sonrosados las palabras enmieladas de dulzura que ahuyentaban tos pesares y cuidados que los pechos inundaban de ternura y mandaban a los fieros elementos que calmasen sus furores turbulentos. Ya no brillan en sus ojos los fulgores que doquiera esclarecían et ambiente, que alumbraban a infelices pecadores con sus rayos y su llama tan ardiente, con sus dejos rebosantes en amores. Ya no trisca ni retoza en su semblante la sonrisa angelical y majestuosa que a las veces por su rostro rebullía, que los cielos y la tierra enloquecía

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