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56 huye, le dice, espíritu malvado, todavía mi amor no está saciado.» Y otra vez fariseos y judíos de su larga fatiga ya repuestos insultan aJesús con nuevos bríos y escarnecen con burlas y denuestos; y Cristo sin soltar ni abrir los labios en silencio tolera los agravios... Mas... ¡ay! .. que el Padre Eterno se enfurece al contemplar que un pueblo fementido con baldones e injurias escarnece a Jesucristo su hijo tan querido; y airado, contra toda descendencia va p lanzar de exterminio la sentencia, Y no bien a poner por obra empieza et pensamiento que su mente crea, cuando al momento con audaz destreza a su furor aplícate una tea, y al punto tras el grito de venganza et rayo vengador fulmina y lanza. Entonces el paciente Salvador, que no quiere verter su sangre en vano, desde su infame techo de dolor mira amoroso al pueblo que inhumano cual famélico tigre le tortura cubriendole de pena y amargura.

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