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1 1 1 1 1 El amor en su pecho tanto pudo y fué tan acendrado y tan ardiente, que estando de maldad libre y desnudo le hizo a la cruz subir cual delincuente a sufrir, de la culpa revestido lo que el hombre tenía merecido. Y he ahí al valiente caballero que por librar y dar rescate al inundo agonizante yace en un madero arrostrando el encono furibundo qtie audaz un día le juró et averno con ciega envidia y con furor eterno. Mirad a ese mansísimo cordero que sin soltar r¡i desplegar los labíos camina silencioso. al matadero y enmudece y tolera los agravios, las injurias, blasfemias y baldones de crueles verdugos y sayones. Clavadas a la cruz están sus manos que a mil enfermos la salud volvieron; y sujetos con hierros inhumanos sus fiés que las campifías recorrieron sin perdonar fatigas ni sudores en busca. de infelices pecadores. Cárdenos esos labios que manaban a raudales torrentes de consuelo,

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