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48 de coral fino su boca, cual topacios o esmeraldas son sus ojos. Cuando echó de ver la Aurora que caían resbalando temblorosos los purísimos cristales que vertía el Sbl hermoso imprimiendo en su semblante dulces besos así canta por templar su amargo lloro: « Clavelitó de mi seno que brotaste en el invierno tenebroso cuando el alba sobre lirios y jacintos derramaba del aljófar los tesoros; ¿por qué gimes, por qué lloras sin consueto, por qué caen esas perlas de tu rostro si la Aurora te sonríe placentera, si la Aurora te acaricia con sus ósculos? Clavelito de mi seno, por favor callad un poco que me hieren, que me matan los cristales que resbalan de tus ojos. Corderito, corderito que acostado de ún pesebre en los despojos· con las voces y balidos demandais algún socorro Por favor callad un poco, que me hieren, que me matan los cristales que resbalan de tus ojos.