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Le hablaba y no respondía ¿no sabía que en el mundo dejaba un infeliz hijo? pero lanzando un agudo y tristísimo gemido su alma de aqueste mundo volóse cual la paloma que vuela al nido seguro. Yo triste me eché a llorar, besé su sangrienta boca, le dí repetidos ósculos en la frente ya verdosa y por él a Dios oré. Miré con alma medrosa a todas partes, y sólo me encontré; la hermosa aurora ya rutilante salía tras de las enhiestas lomas. ¿Acaso fué una ilusión Jo que ví? No; bulliciosas las aves himnos cantaban al Señor de las alturas, cuando triste y melancólicó con suspiros y zozobras' al pueblo me dirigí · para hacer a las personas sabedoras del suceso. Alsasua 19U