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¡BASTA PECADOR! Ya no ilumina el sol la fértil vega ni dora con sus rayos el otero, ni arrojando fulmíneos celajes hace que se sónrfa el universo, antes todo confuso y asustado dejando al mundo en sepulcral süeño se ocultó tras las cimas de los montes tan triste y macilento que';nos hace augurar algún fatal suceso. La alondra ya no canta, con su fiel compañero enmudece la tórtola, ni despide sus lúgubres acentos el cárabo nocturno. Ya no zumba el insecto, tas flores del pensil no conservan su olor fragante y fresco, el hálito mortuorio las infectó con su fatal veneno. Ya no corre tranquila la fuente por el prado sonriendo;

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