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Ala memoria de mi inolvidable condiscípulo Fr. Santiago de Riezu ¿Lo veis?.. ¿lo veis?.. ¡oh sí, volóse al cielo! no pudo más tardar su pecho amante; rompió ya de la carne el frágil velo; ftUe anhelaba romper a cada instante. ¡Lo ví, lo ví! abandonó su nido; yo recogí su postrimer aliento, yo registré su postrimer latido y adiviné hasta el fin su pensamiento. Sentía del Dios bueno los ljechizos; como esencia cerrada en la redoma, quebrados sus cristales rompedizos; la bella pura flor cedió su aroma: Cuantos de tu virtud testigos fuimos y la dicha contigo disfrutamos, los que el llanto contigo compartimos ¡oh cuál la ausencia tuya lam'éntamos! Gime por tí mi lira desolada en torno de tu pobre sepultura, ¡cuán bien tañía al escuchar la tuya!