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irradiando celestes fulgores así dijo con trémulo acento: <<Adió~, ciudad santa, bendígate el cielo que por tí .muchos lobos feroces trocaránse en sencillos corderos. Adiós; aves, hermanas canoras, . que llenais el espacio de arpegios; ·florecillas vistosas del campo, •· perlecitas de valles y huertos, gusanillos hollados cual polvo, manantiales de puros veneros, adiós, que mi Amado se avecina y me sale al encuentro. De la tierra bendita me parto y en la tierra se queda mi cuerpo. Calló el Pobrecillo y sumióse en extático sueño. En sus alas llevarnn los aires por doquiera tan dulces acentos y al punto las aves en sus nidos calientes plañeron; las fuentes y arroyos, levantaron llorando su pecho y las brisas, las flores y frondas al unísono tristesgimieron. ¡Adiós, Padre 'amado! ¡Adiós, hasta el cielo! 103 Pamplona, Octubre 1921.

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