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plaza, que se extiende ante el convento de la Inmaculada Con– f'epción . Todos sentían su pérdida, como si fuese la de uno de los miembros de su familia. Y cuando el triste tañido de la campana del convento indicó que Fr. Franci~co había ex– balado el último suspiro, todos los corazones rompieron en hondos gemidos, y todos los ojos derramaron ardorosas lágri– mas. "¡ Ha muerto el Santo, ha muerto el Santo!" -fué la voz que corrió veloz por todas las calles y plazas de Génova. Por Santo fué tenido en vida; por Santo fué venerado después de su muerte. La Iglesia recogió esa voz del pueblo, la examinó, la pesó, preguntó al cielo, y el cielo contestó con la voz inequívoca de los milagros; y así el Sumo Pontífice Pío XI lo elevó a la gloria de los altares, declarándolo Beato. 24. - BEATO IGNACIO DE LACONI. CAPUCHINO (1701 - 1781) Nació el Beato li.;nacio en Laconi, isla de Cerdeña (Ita– lia) , el 17 de Diciembre de 1701, y fué bautizado al día si– guiente, imponiéndosele el nombre de Vicente. Fueron sus padres Matías Cadello Peis y Ana María Sanna Casu, no ri– cos realmente pero de un buen pasar, con su casa propia y algunos campos, que, cultivados con cariño, les proporciona– ban todo lo necesario para la vida y aun para ayudar con generosas limosnas a los pobres que las necesitaban: "Eran personas de Dios, asegura un testigo, óptimos cristianos". Ello nos garantiza la óptima educación cristiana que darían a sus hijos, nueve, con que los favoreció Dios. No sabemos en qué fecha recibiría la primera comunión el niño Vicente; podemos suponer que sería entre los once y doce años, según era la costumbre de aquel tiempo. Sabe– mos que era un ni~o encantador, obediente con sus padres, bondadoso con sus hermanos, piadoso, mortificado. El P. Ca– puchino Erardo de Cágliari, en sus apuntes sobre su vida, - 96 -

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