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valiosa y apetecida. Una madre se le presenta afligidísima por hahérsele comunicado qu'3 había naufragado el barco en que estaba empleado un hijo suyo. ¿Qué habrá sido de mi hijo? ---Tu hijo vive; es verdad que ha naufragado el barco, pero él no ha perecido; está en América; dentro de unos meses lo tendrás contigo. Ve a la iglesia de Nuestra Señora de la Gra– cia a dárselas muy fervorosas por ese beneficio. Le ruegan que visite a una pobre mujer, que yace en el lecho con una grave enfermedad a los ojos, y perdida casi por completo la vista. Se ace::-ca bondadoso a ella, la exhorta a tener confianza en N. S. P. S. Francisco, el cual padeció en– fermedad semejante, y to::ándole en los ojos con una medalli– ta le ase,<.rnra que dentro de tres días estará curado, lo que su– cedió realmente. - ¡ Santo Padre! le dice otra desolada, rogad por mí que me encuentro sumamente triste y afligida. -Ya sé que estás muy triste y melancólica, le contesta mirándola compasivamen– te. Pero hace ya un añc- que no te has confesado; acércate mañana a la confesión y comunión y verás cómo desaparece esa tristeza, que te consu::ne. Así sucedió efectivamente. Y después otro caso y otro caso y cien y mil más que podrían referirse. ¡ Qué extraño que se hubiese formado de él un concepto tan alto y sc-berano. ¡ El Santo! -decían al verle pasar-, el Hermano de las profecías, el de las gracias, el de los prodigios, el que penetra los corazones, el que hace :milagros! Llegó el día de su muerte; y ésta fué la mayor demostra– ción de amor y caridad :¡ue pudo hacer a su querida ciudad de Génova. En el año 1866 se había desarrollado en Génova una peste horrorosa, que hacía estragos horribles. Fr. Fran– cisco, grandemente apenado por la aflicción inmensa en que se veían sus conciudadanos, ofreció a Dios su vida, pidiéndole que apartase de ellos aquella .calamidad, y le fué significado que su holocausto había sido agradable a Dios y lo había aceptado. Y así, contraída por él la enfermedad de la peste, falleció el día 17 de septiembre de 1866 . Cuando corrió la voz de que el Santo Limosnero se ha– llaba en la agonía, millares de personas se reunieron en la - 95 -

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